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Cómo preparar la vuelta a la normalidad


El pasado 15 de marzo se detuvo la vida cotidiana y nos adentramos en un territorio desconocido, donde lo primero fue salvaguardar a las personas y lo segundo proteger los medios de vida, tanto de las personas como de las empresas. Y ahora que ‘oficialmente’, después de la última prórroga del estado de alarma, se volverá a la normalidad, aun cuando las preocupaciones sean las mismas, será necesario empezar a tomar decisiones que, sin duda, van a definir nuestro futuro.

Afortunadamente, la vida económica no es como un ordenador que cuando tiene un problema se apaga, luego se reinicia y vuelve a funcionar mejor que antes. Desde luego, salir del hoyo en el que se encuentran muchas personas y empresas no va a ser fácil, pero hay que plantar cara a la situación, mirar hacia el futuro y ser positivos. Hay que ser realistas, pero hay que confiar en nuestras capacidades. El pesimismo es estéril. Tenemos que ser capaces de vencer nuestros miedos y convivir con la incertidumbre que nos rodea.

Es cierto que, en estos momentos, la falta de experiencia y de información de calidad, la velocidad de los cambios y su complejidad, hacen que sea muy difícil imaginar el futuro. Por otra parte, el cese del confinamiento y el comportamiento de las personas con las ganas de volver a la normalidad, junto con los anuncios políticos de ayudas de todo tipo, pueden estar enviando mensajes confusos. Sin embargo, es en estos entornos de riesgo e incertidumbre donde los empresarios y emprendedores encuentran un abanico de oportunidades, adaptándose a las dificultades y como el ave fénix, si es necesario, resurgen de sus cenizas.

Una prueba de lo anterior es que, en la pasada crisis de 2008 a 2014, los que hicieron bien sus deberes fueron las familias y las empresas reduciendo de forma considerable su nivel de endeudamiento. Por el contrario, del Estado no se puede decir lo mismo, pues, en este mismo periodo, la deuda pública ha subido de forma considerable, lo que, a diferencia de otros países va restar su capacidad de dar respuestas efectivas a la situación actual.

Todos los países están tomando medidas para salvaguardar a las personas (no olvidemos que la causa de la crisis ha sido sanitaria) , y para minimizar el impacto económico en las empresas. En el caso de España, inicialmente, las dos medidas principales han sido: facilitar la flexibilidad laboral mediante los ERTE expediente de regulación temporal de empleo–; y las inyecciones de liquidez, en forma de créditos ICO para ayudar a las empresas con bajos niveles de efectivo. Ahora, habría que explorar medidas adicionales para favorecer la recuperación de la demanda y, también, para apoyar a los sectores con mayor exposición a la crisis.

Entre las primeras, una iniciativa a valorar sería reducir los impuestos sobre la renta de los individuos y sobre el valor añadido. Se trata de aumentar la capacidad de consumo de las personas e impulsar el incremento de la actividad de las empresas. Esto permitiría, en una primera fase, la recuperación de los empleados en el ERTE, con la consiguiente reducción de los costes sociales asociados, y, en una segunda fase, la creación de empleo mediante la contratación de nuevos trabajadores. De esta forma se crearía un circulo virtuoso que, además de incrementar la renta disponible para consumo o para el ahorro, aumentaría, por la mayor actividad, la recaudación de los impuestos de la renta y del valor añadido.

Entre las segundas, para los sectores más afectados, como los relacionados con el comercio minorista, el ocio, la restauración, el transporte, y, sobre todo, el turismo, ha de considerarse que el tiempo para recuperar de los niveles previos a la crisis será de más de dos años. En este caso, las iniciativas han de dirigirse a facilitar la reducción de costes y a la obtención de recursos a largo plazo, bien para resistir las tensiones financieras, bien para invertir en el mantenimiento de las instalaciones productivas. Una posibilidad sería, exclusivamente para estos sectores, mantener los ERTES y los créditos ICO.

La recuperación económica de España no va ser una tarea fácil, pero que nadie dude de que lo vamos a superar, de situaciones peores hemos salido. La experiencia nos ha enseñado que en los momentos de extrema dificultad las personas dan lo mejor de sí y hacen cosas impensables. Hemos tenido cada día ejemplos realmente llamativos.

Somos conscientes de que el camino de regreso a la normalidad requerirá un esfuerzo importante de los sectores públicos y privados del país. Pero si queremos superar la situación cuanto antes, minimizando los daños y aprovechado las oportunidades que sin duda se van a presentar, el esfuerzo ha de ser coordinado y la colaboración se ha de realizar trabajando en la misma dirección.

Y, sobre todo, los líderes, tanto políticos como empresariales, han de ser capaces de mantener y ejercer un liderazgo basado en la auctoritas que surge del reconocimiento social de una persona por su conocimiento y valores –juicio, sabiduría, sensatez, prudencia, experiencia y humildad–, que es distinto del que surge de la potestas o poder –mando, fuerza, privilegio– formalmente otorgado. El ejemplo y la forma de comportarse en situaciones complejas son indicativos de uno u otro calificativo.