El caso muestra la situación en el ejercicio 2010 de las empresas Central Lechera Asturiana (CLAS) y su grupo industrial y comercial CAPSA, así como la del sector lácteo español y europeo, en un momento en el que se están produciendo fusiones y alianzas en el sector, como era la reciente compra, por parte del grupo francés Lactalis de la tercera compañía española, Puleva.
Para lograr dichos objetivos, la empresa tenía que enfrentarse a numerosos retos, externos, como la regulación europea que limitaba la producción, las normativas nacionales y autonómicas heterogéneas entre si y con las europeas, la crisis de las materias primas y la volatilidad de los precios, la configuración de un mercado cada vez más global, especializado y exigente, la concentración de los competidores y de los clientes, la presión de la distribución y la diferenciación desde la innovación y el servicio. Y retos internos como era su configuración institucional donde CAPSA era participada mayoritariamente por CLAS, donde la composición de su accionariado, desde su constitución en 1970 estaba formado por miles de ganaderos que, a su vez eran los proveedores de CLAS.